No hay nada imposible, si tienes fe.

Hoy el  mundo despierta de otra manera, lleno de luz, porque si tienes fe, puedes vencer hasta la muerte.
Jesús resucitó y al principio, no lo conocían por su aspecto, los discípulos de Emaús caminaron con él todo el día y solo lo reconocieron por la noche, al partir el pan.
En el relato que describe la aparición de Jesús a los apóstoles, tenemos la incredulidad de Tomás, que hasta que no toca las heridas y se asegura, no cree en su resurrección y es que todo lo queremos tener, palpar, racionalizar.
No es fácil abrir de par en par el corazón, confiar, creer...
Lo que nos enseña la cruz y la resurrección es que si podemos vencer a la muerte, cualquier situación se puede superar. Nos deja la esperanza del cambio, de los nuevos comienzos, de solucionar cualquier problema, solo nosotros tenemos el poder de hacerlo abriendo nuestra vida a la fe y la esperanza. Pero también, mirando con nuevos ojos las cosas y las personas que nos rodean, por sus acciones por los detalles, igual que los discípulos de Emaús, podéis reconocer a Jesús, a Dios, a vuestro alrededor.
Este año tenemos más motivos que nunca para celebrar con alegría la Pascua, estamos saludables, volveremos (más tarde o temprano) a vernos, a besarnos y abrazarnos, a trabajar, al colegio, de paseo...esas cosas ordinarias que se han convertido en extraordinarias, quizás para que las valoremos más pero también para que ordenemos las prioridades. El mundo se paró y nos quedamos con lo que realmente era importante el hogar, la familia, las personas, la salud.
La vida deberíamos vivirla con fe, con alegría, con otra mirada, dejando atrás la incredulidad de Tomás, haciendo de cada acto sencillo que entreguemos, un acto de amor, abriendo nuestro corazón, dando lo mejor; viviendo así, transformaremos nuestro mundo y transformando nuestro mundo, transformaremos la humanidad.
¡Felices Nuevos Comienzos!¡Felices Pascuas!


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